sábado, 28 de junio de 2008

Cementerio General

HISTORIA

Antiguamente las formas de inhumación de los cadáveres dejaban mucho que desear y los muertos terminaban sepultados en distintos lugares. En el mejor de los casos, los muertos se enterraban en las iglesias, lo que provocaba graves molestias a los eclesiásticos, que se quejaban de las emanaciones de los cadáveres y además habían entierros clandestinos que eran focos muy infecciosos, muchos de ellos se hacían a poca profundidad, siendo después presa fácil de perros o roedores que propagaban todo tipo de enfermedades.
Uno de estos improvisados campo santos estaba en la calle Santa Rosa (que en ese tiempo se llamaba Calle de Las Matadas), otro junto al convento de San Francisco en la Alameda, y por último, uno al lado de la Plaza de Armas, donde iban a parar los que morían ahorcados en la Plaza, que no eran pocos. Este último estaba situado en la entrada de la calle 21 de Mayo, lugar que era conocido como "La Caridad". La peor parte estaba reservada para quienes no profesaban la religión católica. Los llamados "disidentes" que eran arrojados por las laderas del cerro Santa Lucia.
El terreno no solo debía estar distante de la ciudad, también debía reunir las condiciones climáticas favorables, especialmente lo relacionado a las corrientes de aire del valle del Mapocho. Al estar Recoleta separado del centro urbano por el río Mapocho, el viento sur dominante impedía la propagación de los miasmas pútridos hacia las zonas pobladas. No solo se trataba simplemente de un tema de mal olor, este estaba asociado a la propagación de epidemias sin control para la medicina de la época.
De ahí que se ubicaran entorno al cementerio los principales hospitales de la ciudad, siguiendo conceptos sanitarios, como el de alejar a la muerte y la enfermedad del centro de las ciudades. Esto explica el núcleo de instituciones en este sentido concentradas actualmente en el barrio de Recoleta; los hospitales San José, el J.J. Aguirre, el Psiquiátrico, el Instituto Nacional del Cáncer, el Instituto Médico Legal y la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. También en función del Cementerio se construyó la Avenida La Paz, que se llamó al principio Avenida Del Panteón.
El 9 de diciembre de 1821, don Bernardo OHiggins inauguró el Cementerio que hoy es uno de los cementerios más grandes y hermosos de América, tiene 86 hectáreas donde alberga las tumbas de alrededor de dos millones de difuntos, entre ellos los forjadores de nuestra nación, siendo un testimonio de la historia de Chile, de nuestro pasado, de nuestros hombres, de la herencia arquitectónica, escultórica y de nuestro paisaje.
Bajo la inspiración de hombres como don Benjamín Vicuña Mackenna y sus predecesores, se pensó en una crear una ciudad para los muertos, con calles, avenidas y árboles, para el recuerdo eterno de los antepasados.
El Cementerio General fue pensado por el Director Supremo como un "Panteón", un lugar sagrado para que los ciudadanos rindieran honores a los héroes de la patria y a los personajes grandes de la historia. Algunos historiadores señalan este intento como el deseo de consolidar la nación y construir una memoria común que a permitiera la unión entre los ciudadanos, levantar a los próceres para afianzar la nacionalidad, es decir el sentimiento de ser chileno.
El deseo de esta administración es volver al espíritu con el cual fue creado este cementerio. Transformarlo en un panteón donde la comunidad pueda respirar nuestra historia y conocer a todos quienes, en diferentes ámbitos, han hecho grande a este país.


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